Enero

     Avanza perezoso y desconocido bajo un sol desafiante, poco habitual, como poco habitual es seguir con el acecho del virus sin un horizonte claro. Enero asciende día a día, unas veces perezoso y otras a todo correr. Queda mucho camino. Muchas hojas de hiedra por pasar, mucho calendario mientras se abre paso, no como una cuesta y sí como un logro. Y a lo lejos, muy a lo lejos, otro  enero a las espaldas. De momento, y subrayados, los propósitos que estaría bien cumplir.

     Enero avanza en busca de su destino de tren que se aleja de la estación navideña armada de luces y guirnaldas, adornos que envejecen por mucho que los protejamos entre papel de colores. Todo pasa. Ya fue. Ahora, el año se encamina entre troncos desnudos y ese sol empeñado en reavivar el color de los primeros lirios y estallar de amarillo en las forsitias, mientras los olivos regalan su amargo fruto y la escarcha del amanecer se quiebra al mirarla, al recordar el fulgor de otras nevadas vividas. 

[GUIRNALDAS]

Centelleantes al resplandor de las ascuas, las espirales de platas de colores suben y bajan llevándola al tiempo en que las nieves cubrían tejados y ocultaban  puertas, y el misterio se escondía en las páginas de un libro prohibido, en el calendario a punto de estrenar,  o en la caja de los adornos navideños.

Se ve muy pequeña en una casa vestida de diciembre.    Y correr junto al río, imaginándose bajo el hielo hasta que una piedra rompe el cristal y entre hierbas move- dizas alcanza la orilla para seguir corriendo. Esa ima- ginación…

En aquella época el invierno era largo y muy oscuro, hasta que aprendió a ver luz en el fuego. Para cuando descifró el mensaje de las llamas, los días y los meses se acortaron y diciembre pasó a estar a la vuelta de la esquina. Y allí estaban ellas, esperando su cometido de adorno.

No recuerda cuándo las vio por primera vez. Hacía mucho, mucho. Su rigidez metálica era de otra época.

Cuántos años por venir… Cuántas fiestas por adornar…

Resistían.

Como resistía ella recordando que hubo un futuro que se hizo presente, aunque ahora fuera pasado y duerma, con las guirnaldas plateadas, soñando, en enero, con nuevas navidades.

De mi poemario: RACHEADO

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