Ajena a estruendos de muchedumbre, y guerras, la naturaleza avanza, coloniza y se abre camino en este prodigio de Elementos que conforman la Tierra. Es tiempo de renacimiento, de inicio de ciclo. Es PRIMAVERA.
Aquí, lejos del mar, en este Madrid, hoy lluvioso y melancólico, como un buen presagio de las lluvias necesarias y fertilizantes de la tierra seca, el DÍA DE LA POESIA rezuma poemas, chorrea sentimientos, evoca tiempos, lugares añorados, amantes… Saturando las redes de mensajes, fuego, humo, niebla virtual desde la que lanzan sus botellas al océano los POETAS ANÓNIMOS de este mundo globalizado. Y el viento (que como la soledad se cuela por todos los rincones), allí donde sople, sea levante, cierzo, poniente, gregal o terral, se llena de susurros, de relatos, de versos que devienen en estrofas, como aquellos que un día me trajeron, volando, el regalo de otro hijo (literario): RACHEADO.