Cayó la tarde y los disparos enronquecieron en la garganta de la aldea. Un silencio solemne sin reflejos tranquilos se adueño de sus calles. La neblina se inclinó hacia la tierra y le daba de mamar su cariño, la envolvía en sus velos y de su misma boca enjugaba el gemido. Por las venas de la aldea circuló el temblor de la muerte espantosa, de él se nutría el silencio y su bebida eran los arroyos de lágrimas. La noche se acercaba como fantasmas de lobos al irse hacia el rebaño. Eran unos segundos convulsos que la aldea dejó pasar sobrecogida. Mi madre se asomó a otear las calles, y lo hizo con miedo, estremecida. Yo la miraba en silencio, fue un instante corto, de terror y mudeces, mis ojos fueron a clavarse en el quinqué y de sus palideces me vestía. La sangre no era sino un trozo de hielo... Y mi madre decía: Han muerto nuestros hombres, hijo mío. Bestias a nuestras casas se aproximan. Han muerto nuestros hombres, hijo mío. Y arrebatándome las manos echó a huir. La recua de dioses de la Muerte había tomado ya la plaza de la aldea: cadáveres esparcidos. Y el silencio se ahogaba en traca de explosiones. La neblina envolvía con traje carmesí los rostros de las víctimas, mientras que desbandadas de fugitivos de la Muerte ganaban los caminos. Pero la Muerte los ganaba con su ejército terrible de millares de tropas. Mi madre y yo corríamos. Las catástrofes corrían también a nuestra zaga. Los pies nos rescataban de la Muerte hasta que ya nos pudo la fatiga. El miedo multiplicaba su silueta, nos acechaba oculto en el silencio. La pregunta me hervía en las entrañas: Madre...¿dónde... dónde...dónde mi padre? Lágrimas nos corrieron de las pupilas. Ha caído nuestra aldea, hijo mío y muertos todos sus habitantes. No se ha salvado más que la deshonra y la maldita maldición del destino. Callado miraba de lejos mi aldea y el odio en su incendio me prendía. Vamos... que los pies sigan camino, exhaustos y rendidos. Poema de: Mahmoud Sobh, poeta nacido en febrero de 1936 en Safad, (norte de Palestina antes de que Israel lo capturara en 1948), y afincado en España desde 1965. Fallecido en Madrid el 21 de febrero de 2022. Y a quien tuve la suerte de conocer y escuchar sus lecturas en árabe y en español de sus sentidos poemas en el Café Gijón de Madrid (Tertulia Versos Pintados de la que era asiduo). En recuerdo del ser humano y poeta que fue, y por lo mucho que añoró y sufrió por su tierra Palestina.